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FENG SHUI
BAUTISMO DE FUEGO – EPISODIO 2
Un espectador imparcial no daría crédito a los hechos que estaban aconteciendo en el Eating Counter, mientras Gon Bao dejaba K.O. a uno de los maleantes que habían entrado en el local, Marcus J. BlackThorne, sonreía para si mismo y pensaba: “Gracias Señor, por fin un poco de marcha…”. Un Espina se aproximaba hacia él, no estaban acostumbrados a ver hombres de color en su ciudad, pero este no era uno cualquiera. Antes de que el Espina tuviera tiempo de reaccionar, Marcus ya estaba intentando golpearle con una botella. Primer intento fallido, “joder, llevo demasiado tiempo sin meterme en líos”. Segundo intento, esta vez hubo un forcejeo entre ambos, parecía que ninguno daba su brazo a torcer, hasta que Marcus consiguió zafarse de su adversario y de un movimiento de lo más sutil, agarró su cabeza y la golpeó contra la barra del restaurante… uno menos.
Di Té observaba impasible desde el fondo, solo se había movido para sacar de su bolsa una de sus preciadas Desert Eagle, arma por la que sentía una debilidad fuera de lo normal, por eso llevaba dos… No pensaba actuar, quería pasar desapercibida, pero eso es difícil en un lugar donde se estaba produciendo una pelea de tal magnitud. Entonces, vio como uno de los hombres de Cheung se fijaba en ella machete en mano, fue lo último que hizo, apenas si había comenzado a dirigirse hacia ella, cuando recibió un disparo en la frente con el que cayó fulminado. “No creo que fuera a decirme nada interesante”, pensó Di Té.
El disparo sonó como un cañonazo en el restaurante, y activó un resorte, los Espinas que quedaban en pie y su jefe sacaron sus pistolas. Para entonces el caos era total, los clientes que no habían podido huir corrían buscando refugio entre las mesas. Cheung no daba crédito a lo que estaba viendo, justo antes de desenfundar, observó como un tipo dio el salto más grande que había visto en su vida, y en un fugaz movimiento derribó a dos de sus hombres. Por otro lado, uno de sus chicos estaba enzarzado en un combate cuerpo a cuerpo con lo que a simple vista parecía un turista. Pero lo que de verdad heló la sangre a Cheung, fue la mirada que le lanzó una mujer desde el fondo del restaurante, esta se incorporó con una pistola del tamaño de un cañón en una de sus manos. “Mierda, ¿de donde coño sale esta gente?”, le dijo al espina más cercano.
Una segunda bala salió de
“¡Que nadie dispare!, ¿me oís?, ¡o me cargo a esta zorra!”. Rehén en mano, Cheung se dirigía lentamente hacía la puerta seguido de los cuatro Espinas que quedaban en pie, aunque había uno un poco más rezagado, era con el que estaba forcejeando Marcus, al que había conseguido dejar atrás. Di Té estaba desencajada, no sentía apego por nadie, pero lo de usar rehenes le parecía muy rastrero, aún así, confió en su puntería. La bala pasó rozando el brazo de Cheung, el cual hizo presión en la sien de la camarera con su Tokarev, “¡maldita puta barata, nos veremos en otro momento!”, gritó clavando la mirada en Di Té a la vez que atravesaba la puerta, y esta respondió mentalmente, “lo estoy deseando”.
Solo faltaba por salir el esbirro rezagado, pero justo cuando veía de cerca poder escapar de allí, una botella de cerveza se hizo añicos contra su cabeza… a pocos metros Marcus sonreía y se dirigía hacia la puerta, fue entonces cuando apoyado al marco de la misma, y viendo como los Espinas se alejaban del restaurante, gritó a viva voz: “¡Queda reservado el derecho de admisión!”. Se giró y observó el panorama, siete cadáveres yacían en el suelo, seis eran espinas, y otro era el del infeliz camello que se había cruzado en el camino de Di Té, esta permanecía en su rincón, como si nada hubiera pasado.
Gon Bao intentaba tranquilizar a los clientes, pero los pocos que quedaban salían corriendo cargando con los heridos, Kar Wai observaba desolado el aspecto del restaurante, Carina y el resto de empleados intentaban tranquilizarlo. La policía no tardará mucho en presentarse allí, pero Kar Wai sabía que no serviría de nada, no podrán ayudarle, el único que podrá hacerlo es Eddie “Fast” Lo, el jefe de la triada local, y al que pagan sus “impuestos”. El no permitiría que una banda como los Espinas hubiera intentado arrebatarles un local de Kowloon, y todo el mundo sabía quien mandaba en la zona de verdad, la policía era un mero instrumento en manos de Lo, pocos eran los que se atrevían a hacerle frente, y los que lo hacían ejercen de maceta natural en el fondo del puerto.
Pasaron unos minutos en los que el ambiente se iba tranquilizando poco a poco, los empleados insistieron en ayudar a limpiar a su jefe, pero este los mandó a casa y cerró el restaurante. Dentro quedaron un montón de fiambres, Kar Wai y su sobrina, Marcus, Gon Bao y Di Té. A esta última le costó convencerla de que permaneciera allí, pero estaba deseoso de poder agradecerles su ayuda y explicarles el lío en el que estaban metidos. Marcus preguntó que si esperaría a que llegara la policía, pero Kar Wai negó con la cabeza y comenzó a explicarles el por qué.
El dueño del local les contó la situación en la que vivían, siempre habían pagado por la protección de Eddie “Fast” Lo, de la seguridad de las zonas controlada por el jefe de la triada se encargaban sus hombres, la policía estaba presente, pero la influencia de Lo llegaba muy lejos, y los estamentos públicos eran fácilmente manipulables en la mayoría de las ocasiones. Pero esos tiempos estaban cambiando, Eddie Lo no era el de antes, sus numerosos escándalos públicos estaban comenzando a mermar su poder y su influencia, y de esto alguien quería aprovecharse. Hace algunos meses, los Espinas hicieron su primera aparición, nadie sabe con certeza el nombre de su líder, pero todos conocían a su mano derecha, “Happy” Cheung.
Los Espinas empezaron una pequeña guerra contra los hombres de Lo, pero debido a su falta de experiencia, con frecuencia salían derrotados. Lo que el líder de la banda pretendía seguramente era ocupar el puesto del jefe de la triada local en Kowloon, por muchos es sabido en Hong Kong que cualquiera puede desafiar al mandamás de una triada para robarle su territorio, si es capaz de hacerle el daño suficiente sin llegar a matarlo, los verdaderos líderes de la triada, los cuales controlan a todas las bandas repartidas por el mundo, serán quienes aprueben el cambio al ver la debilidad de uno de sus subordinados. Pero algo ocurrió hace dos semanas, se oyen rumores que hablan sobre un cambio de actitud en los Espinas, estaban empezando a hacer frente a los hombres de Lo con una eficacia muy diferente a la que venían mostrando hasta ahora.
Kar Wai señaló que a su restaurante habían ido la semana anterior, avisaron que los tiempos de Lo estaban terminando, y exigían que el pago de la protección del local se les realizara a ellos. Kar Wai contaba toda la historia realizando muchos aspavientos, y entre frase y frase maldecía continuamente a todos los miembros de los Espinas. Para concluir, les habló del Bun Festival, un local de striptease donde podrían localizar a Eddie “Fast”, les dijo que se presentaran ante él, probablemente tendrá trabajo para ellos y les recompensará económicamente por su ayuda contra los Espinas.
Todos estaban de acuerdo en ir a ver a “Fast” Lo, Marcus no pensaba desaprovechar la oportunidad de pasar otro buen rato, además, Gon Bao le caía bien, se habían presentado un momento antes, con Di Té… bueno, un solo gesto de ella les hizo entender que no estaba allí para hacer amigos, pero la idea de trabajar para Lo no le pareció mala, y decidió unirse a ellos. Gon Bao no lo dudó un instante, cualquier cantidad de dinero será buena para poder ayudar a su maestro a salir de la situación económica tan crítica que atravesaban. Así se pusieron en marcha, pero antes Kar Wai no perdió la oportunidad de darles las gracias de nuevo por su ayuda y garantizarles que el Eating Counter estaría siempre a su disposición para lo que desearan. Mientras que salían por la puerta trasera, Gon Bao se giró para ver a Carina, esta le miraba fijamente y se dijo a si misma: “se que volverás”.
El camino fue un paseo tranquilo, Gon Bao conocía bien la zona y guiaba al peculiar grupo. Marcus y él iban en cabeza charlando animadamente, el barrio donde se crió Marcus, los torneos de Gon Bao, o cualquier tipo de deporte, eran los temas predominantes. Mientras, un poco rezagada, y sin la menor intención de entrar en la conversación, Di Té iba sumergida en sus propios pensamientos, los cuales eran monotema desde que salió del restaurante, “tengo que cargarme a Cheung”. Dieron las dos de la madrugada y por las calles se notaba que poco a poco el bullicio se iba apagando.
El trío estaba frente a la puerta del local, a primera vista, parecía un sitio poco recomendable para ir solo, pero una mirada concienzuda puede ver más allá, bajo esa piel de lugar de recreo para adultos se encontraba un sistema de vigilancia digno de los mejores bancos, las cámaras están por todas partes y el gorila de la puerta no parecía un simple aficionado. “Queremos ver a Eddie Lo”, dijo Marcus al gorila. Este les miró uno a uno de arriba a abajo y no puso buena cara, Gon Bao reaccionó rápido, “tenemos que hablar sobre los Espinas”. El portero se quedó pensativo, susurró algo a lo que evidentemente era un micro oculto en su manga y dijo: “Está bien, acercaos a la barra y preguntar por Brie Davies, el os llevará ante Eddie.”
Continuará.